viernes, 14 de enero de 2011

EL CIELO SOBRE LOS ÀRBOLES TIEMBLA

EL CIELO SOBRE LOS ÀRBOLES TIEMBLA


PADRE NUESTRO
a Nadia Ivonne Órdenes Duffau


Padre Nuestro que no estás en la olla vacía,
harapos caminantes,
tos
que se escurre lágrima adentro.
He caminado siglos
esperando
repartición de panes transparentes.

Nada eres
entre todos los hombres de buena voluntad.
Adoradores de becerros de oro
nunca invadirán
de manzanas y palomas
el corazón de los niños solos,
ni derramarán luciérnagas en los rincones
donde mueren
al pie de una esclavitud disfrazada de libertad.. .

“En nombre del Padre,
del Hijo y
del Espíritu Santo, te niego la sal y el agua,
te condeno
a morir en la ignorancia
por el pecado de nacer pobre y encarcelado...”

Ya no conozco amaneceres limpios.
Oscuridad inunda corazones, tropezamos,
caímos entre biblias apagadas,
la mudez danza en las esquinas.

Poetas-títeres, cerdos felices con Dios
y con el Diablo
-entre cruces y tridentes-
declaman sus ayes. Ya nadie busca rumor distinto,
agua recién nacida. Eres
un bello cuento
para adormecer conciencias,
apagar el grito frente al macabro festival.
Y es este amanecer
es sombra repetida desde mis nacimientos.
He de caminar sobre mis hombros
para no darle vida a mi muerte.

Hay tantas quitadas desplomadas en los caminos.

Un caballo enfermo bebe flores, mariposas,
y se rompe las sienes contra los árboles...

Padre Nuestro que no estás en la ausencia
de los frutos,
agonizas
en desolación y desconsuelo.
Habría sido alucinante verte caminar sobre el agua,
repartir oportunidades
´
darle claridad al mundo abatido...

Has muerto en la eterna noche del planeta...
¡Qué pena saber
que estamos solos, helados y ciegos...!


AYERHOY

Quitándole espacio a la niebla, lejano
mi horizonte, hago rodar mi cabeza por las piedras.
Desde el fondo del espejo
salta sobre mis hombros un rostro que tuve cuando niño,
aves rotas,
tablas derrotadas por la lluvia,
temblor del aire en el cuerpo de la tarde.

En sueño de leños retorcidos se debate la memoria.

Entre fantasmas ahogados, bajo tierras azules,
esta mano solloza su antiguo haz de ágatas inútiles.
He aquí el caos,
conjugación de cielos y lodos
desde la médula al ojo.
Hombres devorando lobos y alimañas,
incendio de cristos, infinito.

Hundido en mi propia sombra, me desplazo savia adentro,
he de habitar
en la hoja desmayada,
nacimiento de frutos, rumor de tierra herida.
Yaceré en el polvo suspendido. Entre cantos y dolores
esperaré la llegada de jóvenes latidos.

CARLA LAURA

Podrás alcanzas la más pura, elevada soledad.

No saldrán pezuñas a tu paso.

Sube al cielo salpicado de luciérnagas,
siembra un sueño en las alturas
para que mañana estalle entre mis ojos...

2 comentarios:



  1. Qué sano orgullo contar con un POETA tan universal !!



    Juana Castilla - Argentina

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  2. Mil gracias, Juanita Castilla, doy mi gratitud
    a la naturaleza por tener amigas como tú. Eres como un sueño imposible...

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