miércoles, 8 de agosto de 2012

PASTORA

UN ALTO EN EL CAMINO

era un tiempo
de tinieblas y nostalgias. Y tus ardores
aparecieron
incendiando sábanas y bosques...

era yo una porcón de hombre
deseando atrapar mi cabeza...
preciosa oscuridad
donde halló refugio mi pájaro alborotado...
tu húmedo túnel
derramó geranios azules...
ah, ese sonido de sombras
tibio, acogedor,
mágica entrada al amanecer,
unión perfecta
de jadeos y sabores...

còmo no recordar
que tus muslos separados
forjaron un camio hacia la gloria...

aún hoy evoco tus manos trepadoras
despertando en mi piel
un cantar de aguas insomnes...

CUARTO DÍA...

Observas fascinada la ciudad desde el san cristóbal...
la vírgen monumental te bendice con sus miradas...
abajo ls casas parecen hechas por un viento travieso
que se puso a jugar con el sol y los astros niños...

me alegra verte fulgurante como una estrella
prendida en el pecho de la noche...
dueña eres de esta inmensidad que atrapas con tu mirar.
somos dos alucinadas sombras bajando del cerro...

SUTIL ASOMBRO EN TUS MANOS...

quisiera darte una semilla
irradiando eternidades,
un vaso rebosante de noches primaveradas...

 albergar entre raros hemisferios
alguna penumbra de cristal, vírgenes sonatas,
imagen de sol en naciente alumbramiento
como al principio de los tiempos...

hay gozo en las ramas diamanteras
porque se sabe que existes...,
en la distancia.

cómo bucear al fondo de las oscuridades,
mezclar pasos,
lagunas celestes, invisibles aves;
buscar en las cristalerías de la nada un zafiro
o un cofre
repleto de melodías nunca ejecutadas...

para ponerle en sutil asombro en tus manos...
cantar al pie de una noche inviolada
junto a tu cuerpo de aire y aroma...

CIENTO CINCUENTA FOGATAS

Adentro de los cines
retroceden trenes bajo la lluvia...
las nubes
siembran
sus cristales
sobre la tierra... viento gris, siente, llora
las ausencias
de quienes recogían monedas de oro entre los árboles...

se precisa recordar
aquellas ciento cincuenta fogatas
cuyas cenizas
fueron diluidas por el simún...
solo llamaradas...
¡ah, grandes amores...! humeantes ideales:
polvo cautivo
existiendo en la sinciencia,
imágenes ralladas por la locura de creer...
nada es. nacemos para contemplar nuestra propia destrucción
intentando darle forma a los imposibles...

debajo de la cáscara un animal desnudo gime...

RAQUEL

alguien permite que un desfile de fallecidos astros
entre en mis alforjas...

¡dé a luz la tierra,
surjan mínimos habitantes en verde sueño,
se emborrache en viento de perfumes y matices...!

¡ahora!

para que la noche
posea vestiduras de bellos silencios y
gestione un aparecer de intangibles juventudes...
eres en los ojos de un niño
danzarina gacela en tules y cristales...
madrileña,
dueña del corazón verde maltratado.

en la aridez de tu ausencia
mueren amapolas y atardeceres...

ven a decirme que no he muerto
para humillar mis rodillas frente a la eternidad...

la espera

donde hallar una dulce penumbra
cuando sus pasos
bendigan la tierra de mi estancia;
de qué aves componer celestiada sinfonía
para endulzar
su corazón de bosque encantado...

la esperaré con un lecho de nubes anaranjado.

apartaré las ramas y
mi sol ha de recorrer la selva
hasta beber la magia de su néctar...

cuando deba

tendré que ir hacia raras latitudes...
este órgano púrpura me ha dicho que llevas siglos
soportando
una carga de cielos despedazados...

siempre listo mi equipaje de envejecidas lunas...

pastora,
no estarás cuando deba subir a la barca,
rosados vientos han de llegar a mi rostro
antes que la palidez aparezca con su ausencia de color.
tendré tu recuerdo de mujer celeste
en mi última partícula de conciencia...

tú y yo

rostros reflejados en el espejo
esculpido por la lluvia...
poseídos por la presencia
de algún imposible...
descendiendo
hacia un infierno
de grietas oxidadas de tiempo y espera...
afanados
en la búsqueda de la raíz alucinante
del cómo y el por qué...
nos dedicamos
a seguir el vuelo de las golondrinas
en un cruce
que solo tenemos en la memoria...

PASTORA EDICIONES - MADRID - ESPAÑA 2012

1 comentario:

  1. El olvido no existe de tal suerte que sigue en mi retina esos días y noches en que nos mirábamos como estudiándonos para luego dormir muy juntos...Felizmente no guardo rencores ni malos pensamientos. Es cierto que me alegraba verla "fulgurante como una estrella prendida en el pecho de la noche..." Y claro, esa tarde éramos "dos alucinadas sombras bajando del cerro" San Cristóbal de Santiago de Chile... No se puede olvidar nada...

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